Efectos adversos  

En esta nota hablamos sobre los empleos potenciados por la IA. Sin embargo, las nuevas tecnologías tienen otros impactos menos glamorosos en el ámbito laboral. Así como de un lado las ocupaciones STEM se ven impulsadas por los sistemas de IA y sus aplicaciones emergentes, en el otro extremo hay un conjunto de ocupaciones amenazadas por la posibilidad de desplazamiento tecnológico, también llamada automatización. 

 

¿Qué significa que un empleo esté expuesto a un alto potencial de automatización? Que involucra varias tareas que, gracias a los avances tecnológicos, podrían ser llevadas a cabo por máquinas o soluciones tecnológicas. La factibilidad de automatización no es igual para todos los empleos, sino que es mayor sobre las ocupaciones intensivas en tareas rutinarias. Estas son las actividades que se repiten o de las que emergen patrones que la IA es capaz de reproducir.  

 

Los trabajos más propensos a la automatización son los de la industria manufacturera y las ocupaciones elementales, que afectan principalmente a hombres. Así como los trabajos administrativos y de comercio, donde las mujeres suelen ser mayoría. En general son trabajos de calificación media. Por eso, en escenarios de alta automatización como los que experimentan algunos países desarrollados, se observa un efecto de polarización: cae la demanda y el salario de los empleos de calificación media. Estos se nivelan con los ingresos de los empleos de calificación baja, mientras se genera una brecha más amplia con los trabajos de calificación alta. En otras palabras, el impacto negativo podría concentrarse sobre las clases medias. 

 

Pero la factibilidad técnica de automatizar ciertas tareas no significa que siempre sea viable hacerlo. En la práctica hay varias razones, algunas bastante estructurales, que favorecen que los procesos de automatización a gran escala se concentren en los países altamente industrializados y no en las economías en desarrollo. En primer lugar, los países desarrollados suelen tener poblaciones más envejecidas y salarios más altos que los países en desarrollo. Tanto la escasez relativa de mano de obra y como los costos laborales elevados promueven las inversiones en tecnologías de automatización orientadas a suplir esa falta de mano de obra. Por otra parte, la estructura del sector privado en los países en desarrollo es particular: con más firmas pequeñas y sistemas financieros menos desarrollados, el acceso al financiamiento necesario para invertir en este tipo de soluciones sofisticadas es menor. Finalmente, el mundo en desarrollo carece de algunas condiciones habilitantes para un mayor despliegue tecnológico, como una infraestructura digital accesible y de calidad y ciertos conocimientos especializados.  

 

Por eso no sorprende que solo entre el 2% y el 5% de las empresas de los países en desarrollo están implementando tecnologías de última generación compatibles con este tipo de automatización (Banco Mundial 2022). En este sentido, no podemos asumir que vamos a seguir patrones de cambio tecnológico comparables a los de economías más avanzadas. De hecho, si nos guiamos por lo que sucedió en las revoluciones industriales del pasado, el mayor riesgo que enfrentamos no es un avance tecnológico demasiado acelerado sino, todo lo contrario, un escenario de rezago estructural. Por eso es importante que los gobiernos midan y evalúen las tendencias de automatización específicas de cada país y cada industria. Al mismo tiempo, como sociedad tenemos el rol de involucrarnos y configurar el tipo de tecnología que queremos, evitando caer en la trampa de la ansiedad tecnológica. 

 

¿IAhora? La IA generativa 

 

Dicho esto, el panorama cambia si sumamos al análisis los posibles impactos de la IA generativa, como ChatGPT y las múltiples aplicaciones de generación de texto, imágenes y videos que se popularizaron desde su lanzamiento. Algunos estudios muestran que los trabajos más afectados por estas nuevas tecnologías son los de calificación alta ya que, a diferencia de las oleadas anteriores de IA, son capaces de replicar tareas cognitivas y creativas. Además, implementar soluciones basadas en IA generativa requiere mucho menos tiempo e inversión que las tecnologías previas. Todo esto indica que el impacto sobre los procesos productivos y el trabajo podría ser más extendido y veloz.  

 

Sin embargo, no es momento para conclusiones definitivas. Apenas estamos empezando a entender hasta qué punto y en qué casos la IA generativa podría reemplazar actividades existentes y en qué medida podría potenciarlas. Hasta ahora, parece que los dos efectos son posibles, dependiendo de las características de las ocupaciones y cuán importante es el componente humano en los empleos afectados. Hay trabajos como el de médicos, científicos o managers, donde las personas nunca serán prescindibles, ya sea por razones éticas, legales o de calidad.  

 

Si efectivamente los trabajos de alta calificación se ven potenciados y su productividad apuntalada, podríamos enfrentar un futuro con mayor desigualdad entre estos y los empleos de menor calificación. También emerge el riesgo de que aparezcan brechas nuevas, por ejemplo, entre quienes entienden las limitaciones y aprenden a capitalizar estas herramientas y quienes no acceden a esta posibilidad.  

   

Estrategias sistémicas 

 

En definitiva, la IA está transformando el mundo del trabajo a través de canales variados y complejos. Cada ola de soluciones tecnológicas plantea nuevos desafíos para distintos segmentos del mercado laboral. Todo esto se da en un contexto donde el trabajo es fundamental, no solo por razones económicas, sino también por el sentido de identidad, propósito, y comunidad que nos aporta. Es crucial, entonces, abordar estos cambios con una perspectiva ética e inclusiva. 

 

Es tarea para la política pública poner en marcha estrategias integrales que analicen y mitiguen los riesgos específicos que enfrenta cada sociedad según las características de su economía y su mercado de trabajo. Estas estrategias necesitan fortalecer los sistemas de aprendizaje a lo largo de la vida y los esquemas de protección social, para que trabajadores y trabajadoras puedan capacitarse, aprovechar las oportunidades laborales emergentes y recibir apoyo durante las transiciones.  

 

Pero mitigar los riesgos no es todo.  Un plan de acción adecuado para un país en desarrollo no puede dar por sentada el arribo de las nuevas tecnologías y la modernización de los sectores productivos; debe diseñarlo y promoverlo proactivamente. Cómo abordarlo desde políticas públicas sistémicas abocadas a este objetivo es un tema que vamos a continuar explorando.  

 

La IA llegó para quedarse: ¿qué significa para el mundo del trabajo? 

Ocupaciones vulnerables frente a la IA